viernes, 27 de noviembre de 2009

Iglesia y Estado

España es un país de tradición Católica, con gran influencia en costumbres, arte y hasta en las festividades. Es una falacia poner al mismo nivel de importancia otras religiones de España, basta con comparar el número de practicantes de las mismas y los años de pervivenvia en nuestro país.

Por otro lado, España es un país aconfesional desde que se aprobó la Constitución 1978. Yo supongo que las instancias religiosas lo intentaron todo para que esto no fuera así, pero entiendo que debieron pesar más sus iniquidades en aquella historia reciente.

A algunos les puede parecer lo peor del mundo que se practique un aborto, a otros les parece lo peor lo de los abusos a menores, abusos no castigados, de sacerdotes irlandeses y americanos. A unos les puede parecer fatal el matrimonio homosexual, y a otros el abuso de monjas perpetrado por curas en África.

El respeto siempre es buena práctica de convivencia. Y en España se deben respetar las opiniones de la Iglesia, por su importancia. Lo que no se puede consentir es que la Iglesia traspase la línea del Estado. La Iglesia tiene el derecho, y el deber, de vigilar la moral de sus correligionarios. Pero debe ser muy escrupulosa para nunca decir "el que vote...", "el que apruebe...". La Iglesia ya ha tenido enormes cagadas en política en el siglo XX, que no voy a enumerar. El tiempo de la Iglesia en la política española caducó en 1978.

Personalmente prefiero leyes abiertas y respeto a la moral de cada uno. Mucho mejor que leyes condicionadas por la moral de alguno. Alguno que, por cierto, no tiene ni puta* idea de casarse, ni de sexo, ni de preservativos, ni de economía familiar, ni de tener hijos.

HE DICHO. Aunque me critiquen mis allegados.

(*)se supone que de esto tampoco tienen idea

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